Conmigo no tienes que fingir. No tienes que decir nada. Si me necesitas, silba. Sabes silbar, ¿no? Sólo tienes que juntar los labios y soplar. Y yo acudiré a tu llamada.




vendredi 8 janvier 2010

H

Lo que intento decirte es que entiendo lo que es sentirse el ser más pequeño, insignificante y patético de la humanidad y lo que es sentir dolor en partes del cuerpo que ni siquiera sabías que tenías.
Y da igual cuantas veces te cambies de peinado, o a cuantos gimnasios te apuntes, o cuantos vasos de Chardonnay te tomes con las amigas, porque sigues acostandote todas las noches repasando todos los detalles y preguntándote qué hiciste mal o qué pudiste mal interpretar.
Y como puñetas en ese breve instante pudiste pensar que eras tan feliz. A veces, incluso, lográs convencerte de que él verá la luz y se presentará en tu puerta.

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