
Si quieres bailamos, me pongo los zapatos y me llevas, y me llevas contigo, por ese mundo oscuro, y desconocido del compás.
Olvidarnos del tiempo perdido.
Conmigo no tienes que fingir. No tienes que decir nada. Si me necesitas, silba. Sabes silbar, ¿no? Sólo tienes que juntar los labios y soplar. Y yo acudiré a tu llamada.
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